Un entrene cualquiera

No voy a juzgar aquí si se debe comenzar la competición o no, ni voy a intentar vaticinar los intereses que provocarán el pistoletazo de salida la temporada 2020/2021.

El hecho es que está siendo una pretemporada atípica pero con los equipos al pie del cañón como es habitual, por lo menos en Onda. Los clubes se han transformado en profesionales de la prevención, aunque sin retribución. Nos hacen reuniones periódicas, nos mantienen informados y velan por nuestra salud.

A la llegada nos toman la temperatura, los equipos son grupos estancos, han acotado las zonas en las instalaciones y organizan las entradas en pista para evitar coincidencias, hasta desinfectan el material común que utilizamos y las cantinas han recobrado cierta vida.  

Por propia condición, los jugadores (seamos buenos o malos e independientemente de la categoría en la que militemos), somos egoístas por naturaleza. El mismo amor propio que nos brinda la competitividad necesaria, nos colma de ego… esto no es ni bueno, ni malo. Es una realidad.

Es el momento de abandonar la autocontemplación del ombligo y agradecer la labor que están desarrollando desde los clubes, tareas que hacen de forma desinteresada entrenadores y personas vinculadas a la estructura de cada entidad.

La caída del pedestal puede hacerse extensible a los padres de los canteranos. Piensen que hay personas que están guardando por la salud de su pequeño y restando tiempo a sus propias familias.

Igual que en cualquier casa, en cualquier club se puede producir cualquier brote o algún contagio. Llegado el momento, no culpen a las directivas o a los entrenadores porque están haciendo un esfuerzo por encima de sus posibilidades y cumpliendo con todas las normas estipuladas por federaciones y conselleria.