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Lluís Domènech
Miércoles, 11 de Mayo de 2022 Tiempo de lectura:

Lo del 'remember'

Foto: PASCUAL LENGUAFoto: PASCUAL LENGUA

¿Y si Onda ha dado con su tecla?

Una cola prominente, una melé para alcanzar la caseta de los tickets y una suerte de fiesta swinger de jubilados alemanes para coronar en la barra. Y no se fue nadie. (Nada que no tenga fácil solución en futuras ediciones).

 

El hecho es que unas 5.000 almas pasaron en algún momento por el ‘We Love Remember’, el multiusos lució a rebosar hasta alcanzar el ‘Sweet release’ (la dulce liberación) de Scott Bond y la tesis es que Onda ha dado con su tecla.

 

 

 

 

Nunca ha sido oficial que la localidad cerámica busque un festival de ciertas dimensiones que atraiga a visitantes, apacigüe alguna queja juvenil y frene la incipiente conversión a ciudad de domingueros que sufrimos. Sí ha sido una cuestión oficiosa, un viejo rumor pegado a los pasillos del Ayuntamiento cual suela del zapato se adhiere al azulejo de un casal en Fira. 


Desde hace décadas existe este murmullo peliagudo para los políticos. Tradicionalmente Onda es de las localidades que más invierte en cultura y otras tracas. De hecho ha habido varias intentonas de éxito relativo con el rock, el punk, etc. Pero nunca ha llovido a gusto de todos en la cuestión lúdica y, por mucho masticar, la cosa se acumula entre los dientes como el pasto a los rumiantes. 


Además hay varias diferencias entre aquellos conciertos que he citado y lo del sábado pasado. Por una parte el abanico de edades que se dieron cita era grande, como los ‘palmitos’ que se agitaban en los podios de la época. Había chavales de 18 y jovenzuelos de 50 tarareando el ‘Désenchantée’ al unísono. Intuyo que la resaca del domingo no fue la misma en todos los casos, no obstante la felicidad del momento sí parecía similar. ¡Qué carajo!, a los que vi por allí no hacían cara de estar pasándolo mal precisamente.

 

 

 

 

Pese a la leyenda local que reclama a Borriana como puerto de Onda, la localidad no puede ofrecer playa como lo hace el Arenal, carece de la tradición de FIB y no puede arrebatar el Sónar a Barcelona. En todo caso, nunca sería la primera en hacerlo. Con esto no digo que pensemos en binario, esto no significa que no se hagan orquestas, conciertos de rock o se promocionen los grupos locales. En este caso menos no es más. 

 

Por otra parte, no diré que el remember es música tradicional valenciana, pero sí son sonidos “modernos” de ‘la terreta’. De hecho, es más autóctono el revival que mucho del folklore que estos días se exhibe con ahínco en nuestro municipio. Tampoco deseo que los disc-jockeys se líen a pinchar ‘dolçaines’ en sus mezclas como una oda nacionalista, no hace falta.


Por lo que tengo entendido, este tipo de música mákina se creó a finales de los 80 a orillas del Mediterráneo y todo apunta a que está al alza porque la televisión privada está produciendo una serie sobre la Ruta del Bakalao.


Los hábitos de consumo han cambiado respecto a aquella época, también en los productos culturales. En la coyuntura actual, las películas se han convertido en trilogías y ya no esperamos hasta el martes siguiente para ver otro capítulo de Médico de Familia. Las listas de Spotify son más eficaces que las cintas de varios y los álbumes no suenan completos, se pasan las canciones hasta llegar al 'World Of Love' de Clublanders.

 

 

 

Lo mismo sucede en el directo. Vamos a ver un concierto, dos y aguantamos hasta tres seguidos, pero hay una ley no escrita en los festivales y es que sabemos que acabaremos al amparo de alguna sesión mezclada.


El mejor dj que conozco no pone remember aunque desliza algún temazo en momentos concretos. Abel me explicó que la sala está esperando para escuchar un in crescendo tras otro, deseamos que desde la cabina seleccionen el minuto potente de una canción concreta y la entrelacen con la armonía de un coito cinematográfico con otra más eufórica aún. No en vano, el mejor pinchadiscos que conocí me reveló que el secreto es el gusto y la empatía con la pista de baile, eso no ha cambiado. 

 

Por todo ello, pienso que el municipio tomó el pasado fin de semana un café con la que puede ser su novia para los próximos años. Al igual que le pasó a Villarrobledo con el Viña-Rock allá por 1996 y continúan felizmente casados. 

 

Sea como fuere, tras dos años de pandemia y encierro, las personas necesitan bailar hasta construir castillos en el cielo como Ian Van Dahl.

 

 

 

 

 

 


 

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  • Jose Luis El Pruna

    Jose Luis El Pruna | Lunes, 16 de Mayo de 2022 a las 09:38:50 horas

    Tambien habria nicho para un “fringe festival” con la pared de la cantera de “La Pedrissa” de fondo y empezando con Closer de NIN.
    Eso si que no lo tienen ni lo tendran en Borriana y otros lugares playeros

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