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pilnomo

Carta enviada por pilnomo

Jueves, 02 de Mayo de 2019

  

DE LA “ MEMORIA HISTÓRICA” Y LA CUEVA DEL ALGEPSAR

Resulta cuanto menos chocante, que en plena campaña electoral, justo en este pueblo de Onda machacado en el año 36, decida el Ayuntamiento tripartito inaugurar una exposición sobre la Guerra Civil, aprovechando la cueva del Algepsar, refugio a su vez en los bombardeos del 38. La exposición, cuidadosamente bien montada, ocupa un túnel ex profeso ante la cueva sellada. Sería un documento si atendiera a toda la verdad, pero ni siquiera las bombas del documental con sus muertos responden a la realidad local, si bien concluye una imagen de la cueva. Pero lo que resulta flagrante es la manipulación sesgada sobre el listado de víctimas. Dice: “Morts en la retaguardia republicana” a quienes arrancados de sus casas fueron asesinados en la República en 1936. Nada más lejos que una retaguardia.

Pero dice “Afusellats pel franquisme” a quienes en juicio sumarísimo lo fueron tras la guerra en 1939. (Huelga decir hasta que punto detestamos la pena de muerte). Un listado de “onders en les presons franquistes” se desparrama por toda España (¿tantas mujeres viejas en el norte para un censo de siete mil habitantes?) Ni por asomo aparecen las checas de Onda ni los ondenses encarcelados aquí mismo por el frente popular en el 36, aunque los hubo hasta con 15 años de edad. Luego espetan como pretexto: “recordar lo que pasó para no se repita”. No interesa para nada la verdad, sino su manipulación. Es la consigna sanchista-zapateril tan acorde a la dialéctica marxista (avanzar por la eterna confrontación). No es otra cosa la “ley de memoria histórica” sino una forma de reescribir la historia a su medida. Lo más chocante es que sean unos jovenzuelos metidos a gobernar designios, quienes vengan a endilgar moralinas de Guerra Civil de hace 80 años cuando, quienes nos precedieron, firmada general amnistía, pasaron página con verdadera generosidad, en aras de la concordia. Así nació nuestra Constitución en 1978. La que insensatamente pretenden destrozar. Los que pintamos canas somos testigos del desgarro: al llegar los socialistas al Ayuntamiento, borraron de nuestras calles los nombres de ondenses de bien masacrados, a fin de esconder tanta ignominia. Caso del Teniente Muñiz, -un episodio de escalofrío-; incluso la “calle de los Mártires” (los 27 asesinados de una atacada el 11 de septiembre de 1936). He utilizado correctamente “Mártires”, porque no volaron de improviso sin saber a dónde iban sino que, arrancados de sus casas, fueron vilmente torturados y aclamando al Salvador, MURIERON PERDONANDO.

Los niños de mi generación, ajenos a tantas barbaridades, desconocíamos el color de las gentes. Todos eran buenos y este pueblo ayuno de coches, el paraíso de la aventura. Mirábamos la vida desde arriba. El castillo era nuestro bastión y nuestro reto tirarnos por la escolaora, cuya piedra brillaba de tanto restriegue. Junto al talud de chumberas despeñarse suponía volar al precipicio por la ladera de la cueva. Ya obsoleta la cueva, se convirtió en criadero de champiñones. A día de hoy, cuando la maleza amenaza de fuego nuestros montes y la agricultura se desvanece; cuando acucia la contaminación y el hedor de ingentes basuras nos acorrala, cuando se desprecia la vida y los valores, lo que menos necesitamos es reabrir las cunetas del odio y los listados de la revancha. Ojalá nuestro jóvenes puedan mirar desde arriba, un pueblo en vivo y esperanza.

Concha Piñón Cotanda

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