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Lluís Domènech
Miércoles, 12 de Julio de 2023 Tiempo de lectura:

El beso de Gustav Klimt

Con la delicadeza de un relojero suizo y la pureza de quien no tiene cuentas pendientes. Así fue el beso de los dos jóvenes al fresco de un portal, en una escena iluminada en claroscuro por el imponente sol del mediodía.

En el fuego, transcurría el rosario de automóviles dispuestos a aparcar en las cercanías del domicilio y, en la sombra, un lienzo con la pérdida del uno mismo que pintó Klimt.


Tardé décimas de segundo en encender el motor y formar parte de aquella retahíla de vehículos en jornada partida, volví al mundo de los preocupados sin más remedio. No obstante, lo primero que pensé fue que el verano sería normal por real decreto, como los de antes de la pandemia. Ese día se había quitado la mascarilla de forma definitiva, el beso me recordó que nosotros ya habíamos recuperado la condición humana de forma espontánea, la de ser con los demás, y la mediterránea, la de besarnos y abrazarnos. 


La secuencia fue tan fugaz que nunca supe del género de uno de los protagonistas. Ya tenía un toque ambiguo, cual David Bowie, para esta historia. Lo importante era que la felicidad había ganado a la crispación por enésima vez. Lo destacable residía en que los directores continuarían teniendo ejemplos para hacer 'Love Actually' en Navidad y, como ningún bien 100 años dura, Joaquín Sabina podría volver a versar al desamor.


Por otra parte, la campaña electoral de las generales giraba alrededor de la cuestión del querer. ¿De verdad creen los representantes públicos que pueden debatir la forma en que se ama? ¿Esperan que les paguemos por entrometerse en la alcoba de los contribuyentes? Están equivocados, la sociedad siempre va un paso por delante y la gran mayoría de personas creemos en la diversidad, aceptamos la libertad individual y no nos inmiscuimos en los sentimientos ajenos. Bastante tenemos con gestionar los propios.


La probabilidad dice que hay homosexuales en todos los partidos políticos y en todas las profesiones. Asimismo, en todas partes habrá cuevas con cavernícolas dentro. Por ello, además de promulgar leyes necesarias contra la violencia homófoba, me pregunto: ¿Podrán dejar el rédito electoral y centrarse en fomentar la tolerancia?
 

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