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Domingo, 30 de Mayo de 2021 Tiempo de lectura:

Vivir en un pueblo es ...

Hace casi siete años tomé la decisión de dejar la gran ciudad para mudarme al pueblo donde veraneaba, en el que durante el invierno viven menos personas que en la escalera de mi antiguo edificio. Desde entonces, siento que mi día a día está lleno de aventuras y desaventuras que desde hace un tiempo me dedico a dejar escritas para poder releerlas dentro de unos años y reírme de aquella pobre urbanita en modo adaptación al medio rural.

 

Vivir en los pueblos ahora está de moda. Dejarlo todo a cambio de una prometedora vida rural en la que todo es bonito, perfecto, los días son soleados y las cosas son fáciles, muy fáciles. Mudarte a un lugar donde es fácil hacerte con un trozo de tierra para plantar tus propias hortalizas que puedes recoger en un plazo de tiempo cortísimo, cambiar de hábitos de la noche a la mañana, integrarte con el resto de vecinos y dejar de ser un “forastero”. Pero la realidad es bien diferente. ¿Qué tal si nos alejamos un poco de los estereotipos que nos intentan vender?

 

Vivir en un pueblo implica que te conozca todo el mundo y que se sepa siempre, absolutamente siempre, todo lo que haces. Se sabe si ponemos muchas o pocas lavadoras; si barremos la calle a menudo o casi nunca; si el pis que hay en la calle es del perro de un vecino o de otro.

 

Vivir en un pueblo significa que te consideren parte de esos raros especímenes que habitan en la “España vaciada”. Pero yo digo que no, vivir en un pueblo es mucho, pero que mucho más que eso.

 

Vivir en un pueblo es poder aparcar casi siempre en la puerta de casa, despertarte por la mañana y que se oigan los pájaros cantar, que cualquier vecino te recoja un paquete que trae un mensajero y te lo lleve a casa cuando llegas de trabajar. Vivir en Fanzara significa pasear por la montaña y encontrarte cabras, incluso quedarte en un punto clave, llamarlas y que aparezcan. Vivir en un pueblo implica aprender a sacarte las castañas del fuego sin tener tantos recursos como en otros sitios y lo más importante, aprender a no necesitarlos. Vivir lejos de todo es estar más cerca de ti, apreciar muchísimo más lo que tienes, lo que te rodea y darte cuenta de hasta qué punto somos una sociedad consumista y materialista. 

 

Para mí, vivir en el pueblo significa vivir mis aficiones de una forma mucho más profunda porque no recibo ninguna influencia que me impida dedicar todo el tiempo del mundo a leer, cocinar, coser y ver películas.

 

[Img #45893]Me llamo Belén, soy nieta de Pedro el Cantonero que como tantos hombres de su época tuvo que emigrar a Barcelona en busca de una vida mejor.

 

Hoy, casi 60 años después, se han girado las tornas y es su nieta la que vuelve al pueblo. Me apasiona leer, cocinar, coser y ver películas. Me gusta aprender, por eso día a día intento superarme y hacer cosas desconocidas para mí, como, por ejemplo, empezar a cultivar hortalizas en el patio de casa. Este será de ahora en adelante mi pequeño cuaderno de bitácora, ¿me acompañas en esta aventura?

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