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Martes, 16 de Junio de 2020 Tiempo de lectura:
CON GALERÍA FOTOGRÁFICA

El retrovisor: Un temporal de lluvia, viento y granizo provoca inundaciones, accidentes y rescates

Unos padres ayudaron a sus nueve hijos a cruzar un río Sonella en plena crecida

PUBLICADO EN ARRELS EL 4 DE JUNIO DE 2008

 

El temporal de granizo, lluvia y viento que azotó el domingo 1 de junio de 2008 a Onda conllevó numerosos problemas. Las causas hay que buscarlas en los 62 l/m2 que cayeron en apenas media hora, según fuentes municipales, y según zonas. Las imágenes de inundaciones de bajos comerciales, vehículos estancados y trapas fuera de sus alcantarillas se repetían en los alrededores de la calle Metge José Llidó y la zona de Benabbar, pero el suceso más relevante ocurrió en los alrededores del Museo del Carmen, donde unos padres rescataron a sus nueve hijos en el río Sonella y un pino aplastó literalmente a dos vehículos que estaban aparcados en el parking.

 

Los burrianentes Daniel Tortosa, Domingo Huerta, Maino Grau y Ramón Palomero se disponían a pasar junto a sus familias una jornada de convivencia en la Casa de Espiritualidad del Carmen. Lo que no se imaginaban es que su colaboración iba a ir más allá de la que pueda haber en una de estas sesiones de domingo.

 

El suceso ocurrió después de la comida, cuando los padres y madres participaban en unas charlas en la Casa de Espiritualidad. Mientras, sus hijos cruzaron con el monitor Salvador Broch el río Sonella, también conocido como Seco, que en aquel momento tenía poco más que un hilillo de agua. Fue entonces cuando empezó la lluvia torrencial y cuando el caudal del río empezó a crecer. Difícil de cruzar para nueve niños que todavía no habían alcanzado la adolescencia.

 

El cuidador, que al parecer ya había recorrido esta zona en anteriores ocasiones, aconsejó a los niños y niñas que se resguardarán en una cueva. Así lo hicieron. Las llamadas a sus progenitores no servían de nada, ya que en el edificio donde se encontraban los padres no había cobertura, así que sólo existía la posibilidad de esperar, explicaba una de las madres.

 

De todas formas, los padres no tardaron mucho tiempo en acudir. “Cuando empezó a llover, y vimos que nuestros hijos no venían, nos fuimos hacía el río, y allí nos vimos el panorama”, relataba una madre emocionada. Así que sin apenas dudarlo, los cuatro padres, junto al monitor, hicieron una cadena humana para trasladar, uno a uno, a los niños hacía un lugar seguro y en compañía de su familia.

 

Poco después los padres contaban, ya plenamente conscientes de que la situación no revestía ningún peligro y con unas toallas en la cintura que revelaban el ‘trago’ que minutos antes habían pasado, los detalles de una operación de salvamento que sin duda quedará grabado en su memoria para el resto de sus vidas.

 

Dos coches aplastados

Mientras las familias y los frailes del convento se congratulaban de que no hubiesen daños humanos, los materiales se sucedían en el casco urbano de Onda… y a escasos metros de ellos. La virulencia con la que sopló el viento hizo que un pino de gran altura se precipitará encima de dos vehículos, un Opel Kadet y un Seat Córdoba, casi en frente del Museo de Ciencias. Los testigos de la caída llamaron al centro de emergencias para que acudieran a la zona y sacarán los coches de debajo de los troncos, pero los bomberos tenían muchos lugares donde acudir en Onda. Llegaron poco después para serrar la madera para que los coches vieran otra vez la luz.Muchas calles, como la Metge José Llidó y Monseñor Fernando Ferrís, y algunas avenidas, como la Serra d’Espadà, se convirtieron en auténticos ríos donde el agua hacía saltar trapas de alcantarilla e iba inundando bajos comerciales, garajes y parking, y dejando muchos vehículos inutilizados en el centro de las vías y a muchos vecinos achicando el agua de sus locales. Mención especial merece el propietario de un supermercado, que mientras sus vecinos hacían una “barricada” con maderas, él lo hizo con una terapia de choque. Botellas de agua de Fontvella. De todas formas, también él, como algunos jóvenes que se encontraban dentro de casales, tuvieron que coger la fregona.

 

Barro y truenos

El patio de Pío XII, la urbanización de Nueva Onda y la Serratella fueron otro de los lugares donde los bomberos y la policía también tuvieron que emplearse a fondo y donde se tuvo que limpiar el barro que procedía de las zonas de obras.

 

En Artesa, la Policía Local dispuso conos alrededor de un árbol de la plaza Mayor para prevenir su posible caída. Mientras, en la zona del antiguo cine Paraíso hubo un derrumbe de piedras de un ribazo

 

Lluvia, viento… sólo faltaba que se materializará uno de los truenos que se oían en el ambiente. Fue el que cayó en un huerto cercano a un conocido salón de banquetes de la localidad, lo que provocó un apagón que hizo que muchos de los comensales tuvieran que emplazar el café que iban a tomar en esos momentos, justamente la cafeína que necesitaban policías y bomberos para acudir a todos los lugares donde se requería su presencia para que volviera la normalidad al municipio. Al final se consiguió.

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