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Manuel Gea Rovira
Miércoles, 27 de Mayo de 2020 Tiempo de lectura:

Senderismo emotivo al Eremitorio de El Salvador

En este enclaustramiento peligroso del “chinavirus”, uno es propenso a escarbar en los recuerdos cuando de niño mis padres me enviaron al Eremitorio de El Salvador, con unas señoritas y la merienda de una tortilla francesa que no olvidaría jamás.

Antes estaba la caseta de los tordos de mi primo Vicente Llorens (qepd.) o la casita de campo de mi familia Miguel Alós y Teresita Herrando. Luego otras rutas y carretera asfaltada te llevaban por rectas y graciosas curvas al santuario con tu coche, unos cinco kilómetros.


Manantial de paz y silencios en la replaceta de acceso. La veías sus balconadas exteriores y campanil, aparcamientos y dentro, como una pequeña basílica romana, su retablo dorado y púlpito. Azulejería en detalles. Eremitorio que ha conocido de todo, autoridades civiles, “Grup folkloric Tabaleter d’Onda”, reinas y damas, con el reparto de granizados para paisanaje y forasteros.


El canto del Himno al Salvador de la Transfiguración de Jesús. Unos con autobús adaptado, otros hasta dos misas y la merienda en el pinar y hubo hasta el 6 de agosto música. Calor y fiesta, stands de comercio. La figura del capellán fundamental, asociaciones cívico-religiosas.


El eremitorio histórico, escucha el latido de los pinos, en el silencio de la soledad. Una especie de energía interior milagrea de paz, el espíritu, con relajamiento de los azares diarios.


La brisa acaricia suavemente, en el atrio, las frondas del arbolado cobijan. Invita al retiro de hospedaje. Huyes del frenesí vital y los pánicos laborales, sin Ertes ni neumonías víricas porque te prometes la magia eremitaña, de “hablar-callado”, mirando la sagrada imagen.


Si no es rezo, es suspiro o invocación de recuerdos familiares en el eremitorio, no hotelito lisonjero. Sin opción para el dios persa del bien y el mal (Ormuz y Arhiman).


Tu senderismo al Eremitorio de El Salvador es un lujo ecológico, medioambiental y social. Un observatorio gratuito y celestial, que te lleva de lo difícil a lo fácil, porque la verdadera historia no puede escandalizar a nadie.
Pasan tiempos y generaciones y al Salvador volverás te prometes aun soñando imposibles. De una u otra manera. Con alegría o lágrimas de familiares que te enseñaron, pero volverás.

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