Vienes mar, a verme ahora
tus olas se mueven y eternizan
pregunto a tus ondulados sueños
por tus barcos de las ánforas.

¿Siguen navegando los Fenicios
los de Creta y los de Rodas,
y los deportistas de La Eneida,
y los nuevos Atlantes rubios
de las escandinavas costas.?

Sigues en Castellón, el Grao,
Me acaricias con luz veraniega?
¿Sigues con tus milenarias leyendas 
y a los turistas de tus cruceros 
encandilas con canciones griegas,
y deslumbras con tu verde-nácar
al flautista que toca en tus riberas?

¡Óh Mare Nostrum, de espumas !
¡Oh de Castellón, cerca de Onda!
Ya dormitaré en tus lisas playas
buscaré tu fuerza bien atada 
a las columnas de Hércules,
cuyo recuerdo amarró mi alma.

¡Oh Mediterráneo castellonense!
no temo tus enconos invernales,
que pudieran romper amarras
y convertir en cáscaras de nuez
las quillas de acero más marineras.

Te respeto ¡oh mar! y te venero,
te admiro y eres verde albahaca 
de mis sueños temprano me hablas 
y me santiguas. Venero de sales
que me purifican. Me haces vibrar
como árbol de la Vida. Me bañas
de ensueños alientas mis tristezas.

No sabes lo que te agradezco
el rescoldo fresco de tus aguas
en este octubre color de rosa,
que frena aún esta invernada.

Pareces virginal y desnudo efebo, 
paloma torcaz y gaviota blanca,
soliloquio de Salmos y poesía
caramillo de pastoril égloga.

Virgilio es un farero de la costa
y señala las caras de tu rostro.

Copulan los reflejos de oropeles 
con estrellas y luceros. Corrientes
de esmeralda atraviesan tus fondos
como veloces serpientes marinas.

La Babilonia de tus ocultos jardines
cuelga en las profundas cordilleras,
con sus coralinos cerros de algas.
Ejércitos de cetáceos vigilan día
y noche, nuestra polución y torpeza,
tu riqueza convertimos en letrinas.

¡Oh mar! de los púnicos misterios
bautizado en la barca cristiana,
bandera de pirata y mercedario
que paga secuestros y rescata.

Eres espejo de ideales y quimeras
duende que ríela las anochecidas
del alma que te surca y te navega.